Andrés
ESCRITO Nº42
Este texto participó en el marco de un certamen literario de CE ediciones que fue realizado en Córdoba, en el cual quedé seleccionado como finalista. Fue escrito previamente mientras pasaba por una pequeña crisis de identidad en relación a un fracaso amoroso.
Andrés
(Lunes 2 de
Septiembre, 2013)
Un día me
desperté y me encontré con que me había perdido, no sabía como, sencillamente
ocurrió. Increíble que aun en ese entonces le pasaran a uno cosas como esas, así que me senté y reflexioné en todos los
lugares donde podría estar.
El primero
que se me vino en mente fue el documento, ¿Y para que?, una completa perdida de
tiempo, lo único que hizo ese pedazo de papel estéril fue mostrarme un número
con el que alguien alguna vez quiso hacerme creer que era yo.
Luego se me
ocurrió algo más obvio, preguntarle a mis padres, al fin de cuentas me habían
traído al mundo, quien mejor que ellos para ubicarme. Mi padre no fue de ayuda
alguna, solo se remitió a recordarme que yo era como mi madre y que, al igual
que ella me perdía por todos lados todo
el tiempo. Mamá lo intentó a su manera, pero era cierto, ella se perdía por
diferentes mundos constantemente y yo, que generalmente disfrutaba perderme con
ella, no tenia con que, puesto que ya me encontraba perdido, y solo.
El día
seguía su curso y yo vaya uno a saber donde. Se acercaba la hora de ir a
estudiar, ahí vería a mis amigos, seguro me encontraría entre ellos, ¿Sino en
donde más? Cuando llegué lo primero que hice fue echar un vistazo rápido, nada,
ni rastro de mí. Entonces les pregunté, me contestaron que no me habían visto
por ahí y, me dijeron que no me preocupara, que tarde o temprano aparecería.
En el
camino a casa opté por ser más práctico, quizás me había dejado olvidado en el
espejo del baño, pero no, no había nada ahí tampoco, y ya me estaba
desesperando un poco. Otra idea, el sueño, el me ayudaría a atinar conmigo.
A la
mañana, nada nuevamente. Tendría que ir a trabajar sin mí, que calvario. Llegué
con los ánimos por el suelo, pero solo me respondieron que debía que ser
eficiente y no mezclar problemas personales en lo laboral. No les importa
pensé, que yo ande perdido por ahí, ¿Y si me paso algo y no me vuelvo a ver?
Terminada
la jornada laboral decidí acudir a una especialista, una psicóloga, me hizo
tanto efecto como el documento, peor, por un momento me creí el rollo de que
estaba mejor así. Intentó cambiar mi búsqueda, mi nostalgia por desprecio,
¿Pero qué persona en su sano juicio sugestionaría a otra de esa manera?
Cansado del
día y de la fallida pesquisa, volví al lecho del sueño, mañana a primera hora
haría unos afiches y los pegaría por la zona, alguien de seguro me habría
visto.
Cuando me
encontraba pegando los susodichos carteles de “Perdido” me crucé con un chico,
parecía de mi edad, me vio y me dijo que se encontraba en mi misma situación.
Nos hicimos compañía, caminamos por plazas, bares, incluso algún que otro teatro viejo, y cuando nos íbamos a despedir ocurrió lo inesperado, nos encontramos. Pero algo había cambiado, ahora yo estaba en el, y el dentro de mí.
Nos hicimos compañía, caminamos por plazas, bares, incluso algún que otro teatro viejo, y cuando nos íbamos a despedir ocurrió lo inesperado, nos encontramos. Pero algo había cambiado, ahora yo estaba en el, y el dentro de mí.
La idea es ir subiendo uno por semana todos los martes, PORQUE REGIA! :)
ResponderBorrarMe encantó el final con un efecto similar a Axolotl de Cortázar, con un tinte existencialista y que muestra la naturaleza mimética de las personas sensibles en un entorno hostil, te voy a leer siempre.
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