Habitación 15
ESCRITO Nº56
Si por cada puerta que se abre otra se cierra, ¿Tenemos una libertad real en lo que elegimos?, ¿Que tanto están influenciadas nuestras decisiones por las supuestas opciones, los prejuicios y la hegemonia del sistema?, y si nos equivocamos fuerte, ¿Hay alguna forma de volver atrás?.
¿De ser nuevamente aquel que fuimos en ese entonces?.
Habitación 15
(Martes 26 de Enero 2016)
Si por cada puerta que se abre otra se cierra, ¿Tenemos una libertad real en lo que elegimos?, ¿Que tanto están influenciadas nuestras decisiones por las supuestas opciones, los prejuicios y la hegemonia del sistema?, y si nos equivocamos fuerte, ¿Hay alguna forma de volver atrás?.
¿De ser nuevamente aquel que fuimos en ese entonces?.
Habitación 15
(Martes 26 de Enero 2016)
-Déjame contarte un
pequeño secreto hermosa doncella- le dijo la abominación a la joven. - Las
cosas más bellas son las que se vuelven grotescas con suma facilidad, y esas...
Esas son las peores! Porque te calan en lo más profundo del alma una vez que
recaes que ya no son lo que creíamos que eran, hegemónica, sublime y tan
volátil.-
La muchacha empalidecía cada vez más con las palabras del ser-cosa-objeto que tenia enfrente, esa palidez nacarada que solo la hacía ver más frágil y bella, se decidió a hacer caso omiso y continuó habitación por habitación, puerta por puerta, y así por unos años hasta que un día se encontró nuevamente frente la entrada del cuarto número 15. Esperó, sopesó todas las posibilidades, incluso reflexionó acerca de lo desagradable que se habían vuelto los recuerdos de los últimos tramos de su recorrido, cuando los recodaba tan vividos y pictóricos, pero el recuerdo de su corta estadía en ese sucucho cuadrado no podría ser peor, o eso esperaba.
Respiró hondo, entró, el entorno era lumínico, los aromas un placer para el paladar olfativo, y en el centro de la morada, un mozuelo de lo más orondo, que la miraba casi extasiado.
La muchacha empalidecía cada vez más con las palabras del ser-cosa-objeto que tenia enfrente, esa palidez nacarada que solo la hacía ver más frágil y bella, se decidió a hacer caso omiso y continuó habitación por habitación, puerta por puerta, y así por unos años hasta que un día se encontró nuevamente frente la entrada del cuarto número 15. Esperó, sopesó todas las posibilidades, incluso reflexionó acerca de lo desagradable que se habían vuelto los recuerdos de los últimos tramos de su recorrido, cuando los recodaba tan vividos y pictóricos, pero el recuerdo de su corta estadía en ese sucucho cuadrado no podría ser peor, o eso esperaba.
Respiró hondo, entró, el entorno era lumínico, los aromas un placer para el paladar olfativo, y en el centro de la morada, un mozuelo de lo más orondo, que la miraba casi extasiado.
-Has vuelto criatura, y
no has cambiado en lo absoluto.- dijo a viva voz el apuesto joven mientras se
alzaba para dar la bienvenida a cierta figura femenina.
-¿Eres tu?, te recordaba
distinto, inconexo, aciago. - el rostro de la mujer comenzó a adaptar una
figura particular, descolocada.
-Vivo aquí, ¿En que otro
lugar estaría sino? - la sonrisa del joven la desgarró más. - ¿Pero que estas
esperando?, pasa y relájate, puedes dejar tu abrigo junto al espejo.-
Se acercó al perchero a
dejar su carga y ocurrió lo inevitable, su mirada y la del espejo se
encontraron. La primera reacción fue de parálisis, quien o que era aquella
monstruosidad que se encontraba parada allí en vez de su reflejo. La segunda
fue de huida pero el espejo y esa visión perturbadora la tenían presa. La
tercera y última fue de reconocimiento y aceptación, lo que hizo que una mueca
torcida cruzara lo que tenía por rostro, puesto que finalmente había
comprendido lo que antaño le había dicho el residente de aquel recinto con
palabras rebuscadas, ella no había cambiado, él tampoco.
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